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Regreso A Lisboa

Regreso A Lisboa

??????????? Manuel no hab?a vuelto a Lisboa en treinta a?os.

??????????? La moderna autov?a de ahora no se parec?a en nada a la vieja carretera de doble direcci?n, con baches y epis?dicas obras de arreglo en el firme, por la que transit? entonces. Obviamente, todo hab?a cambiado de aquella ocasi?n a ?sta: la gente, los autom?viles, el paisaje… Acababa de dejar una Espa?a diferente a la de 1974 y entraba en un Portugal tambi?n muy distinto. Entre otras caracter?sticas diferenciadoras, entre ambos pa?ses ya no exist?a una frontera, con su aduana y la siniestra polic?a de Franco esper?ndote a tu regreso.

??????????? Se mir? en el espejo retrovisor tras parar en la gasolinera. S?, todo hab?a cambiado: hasta ?l. Ten?a menos pelo y m?s canas; un bigote enteramente blanco y unas arrugas profundas que le surcaban las mejillas como sendos navajazos.

??????????? ?Eres casi un viejo ?se dijo, bajando del coche.

??????????? Mientras estiraba las piernas, observ? con detenimiento la gasolinera con surtidores autom?ticos de carburantes variados. ?Ser?a la misma de entonces? Probablemente. Aqu?lla de hac?a treinta a?os ten?a una entrada polvorienta y s?lo dos postes de combustible que eran accionados por un empleado cejijunto que al andar arrastraba la pierna izquierda. ?C?mo es que se acordara con tanta precisi?n de aquellos detalles tan nimios?

??????????? Realmente, en todos los a?os transcurridos no hab?a podido olvidar lo que ocurri? fugazmente en aquella gasolinera. Al volver de los servicios, pag? el importe por el llenado del dep?sito al empleado renqueante y entr? en el Renault 4L que conduc?a. Hasta aquel momento no se percibi? que ella estaba all?, sentada en el asiento del copiloto.

??????????? ??Le importa llevarme hasta Lisboa?

??????????? Sorprendido, mir? a la chica rubia que ten?a las piernas recogidas bajo la barbilla y los pies enfundados en mocasines sobre la tela del asiento.

??????????? ??C?mo dice?

??????????? ?Que si va hacia Lisboa podr?a llevarme. ?No le importa?

??????????? Era una forma un tanto brusca de hacer auto-stop. Imperativa. Casi de hechos consumados. Aun as?, se oy? a s? mismo contestar a la chica:

??????????? ?Supongo que s?.

??????????? De esa manera comenz? la semana m?s incre?ble de su vida. Probablemente, la ?nica semana en que haya estado vivo de verdad.

??????????? ?Qu? hac?a ahora all?, al volante de su deteriorado Volkswagen Passat tres d?cadas despu?s? Probablemente rend?a culto al recuerdo, a la nostalgia, a la melancol?a de un pasado irrepetible e irrecuperable. En cualquier caso, estaba all?, queriendo atraparlo.

??????????? El puente del 25 de abril se llamaba entonces de Oliveira Salazar. Pero se trataba del mismo puente, esbelto y majestuoso, desperez?ndose sobre la desembocadura del Tajo. Antes de llegar a ?l, la muchacha ya le hab?a explicado que ten?a 18 a?os y que era estudiante de Bellas Artes.

??????????? ??Y t?, cu?ntos a?os tienes?

??????????? ?Veinticinco ?le contest? ?l.

??????????? ??Y qu? haces?

??????????? ?Trabajo como economista en una empresa multinacional.

??????????? En vez de mostrar admiraci?n, la chica replic?, con una mueca de desd?n:

??????????? ??Bah! Un capitalista…

??????????? ??Oye, oye! ?se pic? ?l? Que he venido a ver la Revoluci?n de los Claveles.

??????????? ??Turismo revolucionario…!?? se indign? ella. Y dejando de mirarle, se gir? hac?a la ventanilla del lado derecho del autom?vil.

??????????? El comienzo no hab?a podido ser peor. Manuel par? el coche y, encar?ndose con ella, le espet?:

??????????? ?Si tanto te molesta ir conmigo, supongo que podr?s seguir andando desde aqu? t? sola.

??????????? Ella le mir? de hito en hito y finalmente se ech? a re?r:

??????????? ??Qu? mono te pones cuando te enfadas! ?C?mo te llamas?

??????????? Aquello le desarm? totalmente:

??????????? ?Manuel. ?Y t??

??????????? ?Rosa, Rosa Couto. ?Sabes una cosa, Manoel? ?le pregunt?, pronunciando su nombre con una dulce y melosa entonaci?n portuguesa?. Me gustas. S?, me gustas, creo que nos vamos a entender muy bien.

??????????? ?l se azor? y, arrancando de nuevo el coche, le dijo que le parec?a una mujer extra?a.

??????????? ??Por qu? lo dices?, ?porque te he dicho que me gustas? ?inquiri? ella.

??????????? ?No. Porque eres rubia. Nunca hab?a visto antes a una portuguesa con el pelo rubio.

??????????? ?Seguramente porque conocer?s a pocas chicas portuguesas?? le replic?, ri?ndose con una alegr?a limpia, relajada, trasparente.

??????????? Dio varias vueltas con el Volkswagen por el centro de la ciudad y no encontr? muchos recuerdos. S?, ah? segu?an la plaza del Ros?o y la avenida da Liberdade, pero sin pintadas revolucionarias ni la presencia entonces estimulante de los uniformes verde olivo. No exist?a ya la pensi?n donde vivi? una apasionada y fren?tica semana de amor y sexo. Un feo edificio de apartamentos ocupaba su lugar, mancillando la memoria de algo inolvidable. Recorri? el barrio del Chiado, casi irreconocible por el paso del tiempo y por el gran incendio que hac?a bastantes a?os cambi? la fisonom?a de aquella zona comercial con nuevos y rotundos edificios m?s funcionales que los de entonces. Se par? para ordenar sus recuerdos y evitar su deterioro por una realidad que se empe?aba en arrumbarlos. Lo hizo parado en una gris y aburrida plaza do Comer?o, tan distinta a aquella que congreg? a decenas de miles de manifestantes mientras ?l y Rosa, exultantes de pasi?n y fervor revolucionario, aproximaban sus cuerpos j?venes y emocionados.

??????????? ??Tienes d?nde hospedarte? ?le hab?a preguntado ella.

??????????? ?Alquil? una habitaci?n en una pensi?n, por medio de una agencia.

??????????? ?Bueno. Pues yo me voy a casa de unos camaradas.

??????????? Le explic?, con una pasmosa naturalidad que dej? asombrado a aquel joven que ven?a de la represiva Espa?a de Franco, que pertenec?a a un grup?sculo de extrema izquierda y que ya hab?a estado all? en los d?as siguientes al 25 de abril en que tuvo lugar la revoluci?n de los capitanes.

??????????? ?Volv? a Coimbra, para organizarme con los camaradas de all?. Pero mi sitio est? aqu?, en Lisboa. Aqu? se va a fraguar la Cuba de Europa, que dice el coronel Otelo Saraiva de Carvalho, el amigo del pueblo.

??????????? Todo ello era apasionadamente nuevo para Manuel.

??????????? ?Acomp??ame a la pensi?n y ay?dame a instalarme. Luego, si me lo permites, me gustar?a ir contigo a conocer a tus camaradas.

??????????? Manuel no era ning?n activista pol?tico. S?, un antifranquista convencido que se hab?a ilusionado, como tantos de sus compatriotas, con la ca?da del r?gimen de Oliveira Salazar en Portugal y hab?a ido a ver el experimento revolucionario con sus propios ojos en espera de que en Espa?a sucediese otro tanto. El viaje entre la gasolinera y la capital le hab?a permitido explicarle a Rosa todo eso.

??????????? Ella le acompa?? a la pensi?n. All?, sin saberse c?mo, antes de que ?l abriera su equipaje hicieron el amor por primera vez. Para Manuel fue una experiencia gloriosa, magn?fica, total. No supo lo que hab?a significado para Rosa. ?sta solamente le dijo:

??????????? ?Vamos a buscar mi mochila al coche. Prefiero quedarme aqu?, contigo, y as? evitar? que Joao pretenda acostarme conmigo.

??????????? Eso fue todo.

??????????? Aparte de vivir una enloquecida semana descubriendo sus cuerpos palmo a palmo, cent?metro a cent?metro, am?ndose sin pausa y sin freno, Rosa le ense?? otras cosas a Manuel: la ciudad vieja de Alfama, el barrio marinero, la zona industrial de Set?bal, al otro lado del estuario del Tajo… Y le introdujo en los vericuetos de la revoluci?n: conoci? al comandante Almada Contreiras ? ?est? casado con una compatriota tuya?, le explic? la chica?, oyeron los discursos promisorios de los generales Vasco Gon?alves y Costa e Gomes, vieron los movimientos asamblearios de soldados, ense?antes, periodistas… Un d?a, incluso, su c?lula tuvo un encuentro con el almirante Rosa Coutinho: ?No es pariente m?o?, ri? la chica, jugando con el parecido de sus nombres respectivos. El almirante, un marino ensoberbecido por el casual papel revolucionario que le hab?a tocado representar sin pretenderlo, pontific? sobre un futuro socialista para Portugal sin saber que, a partir de entonces, inexorablemente no habr?a de cumplirse ni una sola de sus predicciones.

??????????? Sentado ahora en una cafeter?a cercana a la plaza del Marqu?s do Pombal, rememoraba todo aquello. ?Por qu? hab?a vuelto, treinta a?os despu?s, al escenario de su amor juvenil, del descubrimiento de aquella pasi?n amorosa absorbente y total? No estaba seguro de ello. Hace seis meses no se le hubiese ocurrido hacerlo. Pero entonces a?n no le hab?a abandonado Carmen, su mujer, cansada de su vida mezquina y sin horizonte, seg?n ella, de su vulgaridad y de su esp?ritu acomodaticio, arguy? al dejarlo, como si no hubiese sido m?s sencillo decirle, simplemente:

??????????? ?He decidido irme con Iv?n? ?como as? fue.

??????????? All? estaba. Treinta a?os despu?s. Treinta a?os m?s viejo. Treinta a?os m?s fracasado. Enfrascado en estos pensamientos no se hab?a dado cuenta de la presencia en la mesa contigua de tres muchachas j?venes hasta que una de ?stas ri? con una risa franca, trasparente, musical. Entonces la mir?. Su est?mago s?bitamente se encogi? y empez? a dolerle con espasmos irregulares y ardorosos.

??????????? De Rosa s?lo le hab?an quedado dulces recuerdos y unas cuantas fotos de aquella semana fabulosa e incre?ble. La chica formaba ya parte f?sica de ?l, para evidente desesperaci?n del tal Joao, que hab?a aceptado de p?simo grado la presencia de Manuel en el grupo.

??????????? ?No es

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